El discurso de Iván Márquez y el ocaso del reformismo armado


Lamentos de un arrepentido

La bancarrota de las Farc demuestra la bancarrota de la lucha por migajas, por reformar el sistema y el podrido y caduco Estado burgués terrateniente, inclusive cuando se usan las armas para tal fin… 

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En un video publicado desde la clandestinidad en 14 de enero, Iván Márquez afirmó que había sido un error haber dejado las armas antes de asegurar la reincorporación política, económica y social de los exguerrilleros de las Farc. Declaración que causó gran revuelo entre los burgueses y defensores de su paz.

Los últimos acontecimientos en el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común – FARC, sumada a la mencionada declaración de Iván Márquez demuestran la bancarrota y descomposición a la cual llegó ese partido después de la firma de la falsa paz, evidenciando en los hechos que la FARC es un partido rosadito, reformista y “defensor del orden burgués”. Tal es la conclusión a la que llega cualquier persona del común, pero ya evidenciada en dos cartas escritas por sendos ex comandantes de esa organización y publicadas el 18 de octubre del 2018 (ver cartas) y donde se puede leer lo siguiente: quién lo creyera, algunos de nuestros jefes como Timo, por ejemplo, se han dedicado a defender el orden burgués con un inesperado y sorprendente celo”. Las denuncias contra los burócratas de esa organización indican que el tortuoso camino del reformismo armado llegó al final. Un resultado previsto y denunciado por los comunistas en Revolución Obrera, como se puede apreciar en el folleto Sin Revolución no Habrá Paz para el Pueblo.

Para el proletariado consciente no es una sorpresa el resultado de dicha organización, como no lo es la violación o incumplimiento de los acuerdos, ni el asesinato sistemático de las bases desmovilizadas; pues tal es la lección que se ha aprendido a través de la historia de las amnistías en Colombia, racionalizada por los obreros revolucionarios de las revistas La Clave y Contradicción a finales del siglo pasado (ver, La historia de las amnistías una historia de engaños, Revista Negación de la Negación No. 1, pág. 121 y subsiguientes). Lo ocurrido es el resultado lógico de la concepción reformista de los dirigentes de las Farc, y no de ahora sino de los históricos, como por ejemplo Jacobo Arenas, quien en Casa Verde a mediados de los 80, reconoció que la guerra entre las Farc y el Estado era una guerra boba e inútil; una guerra en la que según él ni el Estado era capaz de acabar con las Farc, ni las Farc eran capaces de derrotar al Estado.


¿Qué quedaba entonces? Negociar. Y acabaron negociando y defendiendo un programa agrario del cual en nada se vio beneficiado el campesino colombiano. Los grandes beneficiados fueron las reaccionarias clases dominantes y los jefes de las Farc, ya que tales dirigentes les prestaron un gran servicio al defender la falsa idea de que era posible hablar de paz entre oprimidos y opresores, entre explotados y explotadores; gran servicio le prestaron a la reacción además al reconocer el monopolio de las armas en el Estado y la defensa de la “sacrosanta” propiedad privada. Hoy por hoy, esos jefes y sobre todo, la base desmovilizada, están recogiendo los resultados de la “bondadosa paz de los ricos” que asesina a centenares de líderes sociales, continúa desplazando a los campesinos y masacra a quienes se atreven a retornar a sus tierras usurpadas. Hoy las bases de las Farc sienten el rigor de la verdadera paz burguesa con el asesinato a diestra y siniestra de los desmovilizados.

La bancarrota de las Farc demuestra la bancarrota de la lucha por migajas, por reformar el sistema y el podrido y caduco Estado burgués terrateniente, inclusive cuando se usan las armas para tal fin; en cambio, la situación deja entrever la plena validez de que los proletarios se organicen en un partido político independiente; un partido de corte Marxista Leninista Maoísta que no se venda y dirija la lucha de las masas trabajadoras de campos y ciudades para que sean ellas mismas quienes conquisten y defiendan su Poder. Un Poder organizado en un nuevo Estado de dictadura del proletariado; ese nuevo tipo de Estado al cual los oportunistas y dirigentes de las Farc le tienen tanto pavor porque significa el fin de las burocracias privilegiadas y el ejercicio directo del Poder por las masas armadas.

El engañoso camino tomado por los jefes de las Farc, hoy dirigentes de un partido rosadito y defensor a ultranza de la dictadura sanguinaria de los explotadores, no les deja a las bases revolucionarias de esa organización otro camino que luchar por no dejarse masacrar, organizándose y tomando medidas sin confiar en el Estado asesino de los burgueses y terratenientes; así como romper con ese partido inservible para el pueblo, sumarse a la lucha revolucionaria de las masas y a las tareas que adelantan los proletarios conscientes por construir un auténtico Partido Comunista, como parte de una nueva Internacional Comunista, instrumento indispensable para triunfar sobre los enemigos del pueblo colombiano.

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