En el Natalicio de Mao Tse-tung Gran Maestro del Proletariado Mundial


26 de diciembre de 1893



“Nací en el pueblo de Shao-Shan, en Hsang Tan-Hsien, provincia de Hunan, en 1893. Mi padre se llamaba Mao Jen- sheng, y el nombre de soltera de mi madre era Wen-shi-mei”. Con estas letras arranca el único testimonio autobiográfico provisto por Mao Tse-tung al periodista estadounidense Edgar Snow, quien se entrevistó con él en la localidad de Po An, en la provincia de Shensi, en 1936 (ver Esbozo autobiográfico). Aquel texto autobiográfico fue posteriormente publicado en 1938. Quienes hayan tenido la suerte de leerlo han palpado dichosamente la vida de camarada Mao Tse-tung a través de sus propias palabras. La autobiografía abarca desde su niñez, pasando por su vida escolar hasta conocer el marxismo, algo que según el propio Mao Tse-tung, lo transformaría y marcaría de por vida, culminando su testimonio con la epopeya de la “Gran Marcha”.

“Durante mi segunda visita a Pekín… —continúa su relato Mao Tse-tung— leí mucho sobre los acontecimiento en Rusia y traté de procurarme la escasa literatura que podía encontrarse entonces en China. Tres libros, sobre todo, me conmovieron y me dieron fe en el marxismo, del cual —una vez que lo hube adoptado como interpretación correcta de la historia— no me he separado jamás. Estos eran: el Manifiesto Comunista, traducido por Cheng Wang-tao, primer libro marxista que se publicó en China; La lucha de clases, de Kanstbei y una Historia del socialismo, de Kirkupp. En el verano de 1920 me convertí, en teoría, y hasta cierto punto en acción, en un marxista”.

Mao Tse-tung y 20 comunistas más, motivados por las salvas de la Revolución de Octubre fundaron en 1921 el Partido Comunista de China. Desde su fundación, el mismo Mao Tse-tung comenzó a destacarse como un importante dirigente capaz de orientar a todo el partido e interpretar correctamente la realidad de la sociedad china para poder transformarla; una sociedad que se caracterizaba por ser una colonia de disputa de los distintos países imperialistas y un país económicamente semifeudal. Según palabras de Jaime Rangel en Marxismo Leninismo Maoísmo, Ciencia de la Revolución Proletaria:

“Las inmensas supervivencias del feudalismo en la sociedad china, con su correspondiente superestructura militarista burocrática, determinaron que la revolución agraria fuera la base y contenido de la Revolución Democrática Burguesa que necesitaba esa sociedad. En China, el imperialismo se constituyó en el soporte de las supervivencias feudales, apoyando y reforzando toda la maquinaria burocrática feudal. De ahí que la revolución burguesa, fuera a la vez que una revolución agraria contra el feudalismo, también una revolución antiimperialista, porque sin derrotar al imperialismo, fuerza y aliento de los terratenientes, era imposible acabar con las supervivencias del feudalismo chino”.



De allí el Partido Comunista de China libraría dos Guerra Civiles revolucionarias, es decir, la Primera Guerra Civil Revolucionaria (1924-1927) y de la Segunda Guerra Civil Revolucionaria (1927-1937); fueron periodos difíciles que moldearían a Mao Tse-tung en su lucha contra todas la corrientes que desvirtuaban la revolución china de su camino y le infligieron serios daños, tales como lo fue el “guerrillerismo errante” y el putchismo. Tras la invasión en 1937 del imperialismo japonés a China, arranca el periodo de la heroica Guerra de Resistencia contra el Japón (1937-1945), que terminaría con la desastrosa derrota de los imperialistas japoneses a manos del pueblo chino. El Kuomintang temeroso por el gran poderío y prestigio que adquirió el Partido Comunista de China maniobró y desató la Tercera Guerra Civil Revolucionaria (1945-1949) que les daría al poder a las masas y al Partido Comunista el 1 de octubre de 1949. “Se fundó así la República Popular China, emprendiendo su marcha hacia el socialismo, al proponerse hasta 1956 revolucionarizar la estructura económica en el sistema de propiedad, avanzando en el socialismo sin pasar por una sociedad capitalista de dictadura burguesa”. (Ver obra citada).

Durante la revolución socialista que arrancó en 1956, los comunistas chinos tuvieron que librar la dura batalla en contra del revisionismo moderno jrushevista que había usurpado el poder del proletariado en la URSS después de la muerte del camarada Stalin. A través de aquella lucha se comenzó a forjar el Marxismo Leninismo Maoísmo. En la Propuesta de Formulación de una Línea Para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional se describe así este episodio:
“De nuevo, una gran lucha contra el oportunismo permitió el desarrollo del marxismo revolucionario a una nueva y superior etapa: el Marxismo Leninismo Maoísmo. La defensa maoísta de los principios del Marxismo Leninismo, de la experiencia histórica de la Revolución Proletaria, de la Dictadura del Proletariado, de la construcción del socialismo y del papel de Stalin, se ciñó a la línea leninista en cuanto a la experiencia internacional: tomarla críticamente y comprobarla por sí mismos. El maoísmo reafirmó la línea y la actuación correcta de los marxistas leninistas, criticó sus errores y deficiencias en la lucha por transformar el mundo, siendo este conocimiento de gran ayuda para la teoría y la práctica del mayor alcance de la Revolución Proletaria: la Gran Revolución Cultural Proletaria en China, que guiada por el Marxismo Leninismo Maoísmo dio continuidad a la experiencia histórica anterior, con una mejor comprensión de las leyes de la sociedad socialista y de su lucha de clases, de los métodos comunistas en el trabajo del Partido y su lucha de líneas, en la necesidad de movilizar a las más amplias masas populares para continuar la revolución bajo la Dictadura del Proletariado”. (Revista Negación de la negación No. 5 pág. 109).

La lucha de los comunistas chinos legó a la humanidad el movimiento de masas más grande y cualificado de la historia; el poderoso movimiento gestado en la Gran Revolución Cultural Proletaria China que movilizó a millones de personas para luchar contra la restauración capitalista, la que evitaron por más de una década, y a pesar de la derrota temporal de 1976 a mano de la “burguesía roja china”, la Gran Revolución Cultural Proletaria mostró el camino para continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado. Su derrota ya no se explica por ignorancia o inexperiencia en la lucha contra las formas revisionistas en el socialismo, sino por la fuerza de la costumbre en los quehaceres del Estado; por el abandono en la práctica de la línea de la Comuna de París, por conservar un ejército profesional separado de las masas, contrario al armamento general del pueblo. Tales son las enseñanzas que nos legó el maoísmo al proletariado revolucionario mundial. Pero sobre esta luminosa cumbre han tratado de escupir los oportunistas de toda calaña, como se denuncia en la Propuesta de formulación de una línea para la unidad del MCI, hecha por la Unión Obrera Comunista (mlm) en 2016:

“Pero no fueron sólo los revisionistas chinos quienes alzaron banderas rojas contra las Rojas Banderas del Marxismo Leninismo Maoísmo, también, desde afuera, lo hizo la dirección del Partido del Trabajo de Albania, otrora Marxista Leninista y contraria al revisionismo jrushchovista. Contra el maoísmo, el Partido del Trabajo de Albania enarboló el hoxhismo, pero terminó renegando del Marxismo Leninismo y acogiendo posiciones clásicas del revisionismo y del trotskismo. El hoxhismo denigró de la Guerra Popular señalándola como una guerra ‘sin fin y sin perspectivas’, negó la lucha de líneas en el Partido; desconoció la Gran Revolución Cultural en China como el mayor avance histórico de la Revolución Proletaria, y defendió a rajatabla los errores de Stalin. Para atacar al maoísmo, el hoxhismo le endosó la revisionista teoría de los ‘tres mundos’, desconociendo la distinción esencial leninista entre países imperialistas y oprimidos; la tendencia a conciliar con el social-imperialismo ruso y a desconocer su genuino carácter imperialista, llevó al hoxhismo a subestimar la contradicción mundial entre las dos superpotencias. El hoxhismo, aunque de palabra no niega la revolución por etapas en los países semifeudales y semicoloniales, subestima el análisis concreto de la situación concreta —base materialista para resolver el carácter de la revolución en cada país—, con lo que termina acogiendo la línea trotskista de ‘revolución permanente socialista’ que, en la práctica, es un tipo de revolución que no sobrepasa los límites de la democracia burguesa. El hoxhismo hizo causa común con el PCUS —jefe del revisionismo moderno mundial— contra el Marxismo Leninismo Maoísmo, contra la Dictadura del Proletariado y el Socialismo; el hoxhismo mostró su carácter oportunista en su misma práctica: condujo a la restauración del capitalismo y del poder de la burguesía, con todos sus odios nacionales, en la propia Albania”. (Revista Negación de la Negación No. 5).

Este 26 de diciembre, los auténticos marxistas leninistas maoístas recuerdan con orgullo al gran maestro del proletariado chino y mundial, Mao Tse-tung, y sus luminosos aportes a la ciencia del proletariado. Una brújula indispensable en la liberación definitiva del proletariado y pueblos del mundo del yugo del capital y del imperialismo.

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