TRANSFORMAR EL DOLOR EN FUERZA

 

Heme aquí ante vuestros limpios ojos
Heme aquí vestido de lejanías
Atrás quedaron los negros nubarrones
Los años de tinieblas en el antro olvidado
Traigo un alma lavada por el fuego…
Vicente Hidobro

Soy testigo de innumerables actos de verdadero heroísmo que a diario protagonizan las masas de obreros y campesinos. Mis camaradas de lucha también son ejemplo de ese heroísmo anónimo, que no ocupa grandes titulares, ni se convierte en mensaje viral porque el rigor de la vida clandestina impone guardar el secreto para no llamar la atención del enemigo. Sin embargo, no quiero dejar pasar por alto un hecho que me conmovió y me llena de orgullo.

A menudo, en medio de las tragedias que nos sacuden recordamos la frase del presidente Mao, “transformar el dolor en fuerza”, con la certeza de infundir en los nuestros el ánimo necesario para sobreponerse a la adversidad. Acababa de citar esa frase a un camarada obrero revolucionario ante la muerte de su querida madre, suceso acontecido en medio de los preparativos de una importante tarea de carácter nacional.

El dolor embargaba al camarada y nos imaginábamos que ese terrible golpe diezmaría por unos días su entusiasmo y nos preparábamos para “cubrirle la espalda”. Pues cuál sería mi sorpresa cuando lejos de abatirse, el camarada desplegó una energía arrolladora cumpliendo con creces las tareas encomendadas: ¡Qué derroche de vitalidad! ¡Qué entusiasmo revolucionario! ¡Qué brillantez de pensamiento! ¡Qué espíritu de sacrificio!…

¿De dónde surgen tan magníficas cualidades? ¿Dónde está el secreto que hace aflorar esas, las mejores cualidades de los comunistas? ¿Cómo hizo el camarada para transformar su dolor en esa fuerza poderosa?

Sin duda, la respuesta no es otra que la convicción profunda en el triunfo de la revolución, su amor a la clase obrera y el espíritu bolchevique que la organización de la Unión Obrera Comunista (mlm) ha forjado en sus cuadros y militantes. Unas cualidades que están ahí, pero que no sabemos apreciar en medio de las vicisitudes de marchar contra la corriente, de los ataques del enemigo, de las calumnias de sus secuaces oportunistas… y solo se hacen visibles a la hora de enfrentar los grandes retos.

A pesar de que expresé al camarada mi admiración por su actitud escribí estas líneas para compartir con mis camaradas, con los obreros revolucionarios que se aprestan a ser parte de este destacamento y con los camaradas que se han dejado llevar temporalmente por la desesperanza, lo que vi y viví en estos días, cuando al ver a ese querido obrero no solo me sentí orgulloso de ser su camarada y de la transformación que han ocasionado en él las ideas del marxismo defendidas por la Unión, sino además porque comprendí a cabalidad qué significa transformar el dolor en fuerza.

Qué gran satisfacción se siente saber que en camaradas como el descrito en esta breve nota el futuro de la revolución y de la causa de la clase obrera están asegurados.

Gracias camaradas.

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