¡TRIUNFÓ LA DEMOCRACIA DE LOS RICOS, HAY QUE SEGUIR ENFRENTANDO SU DICTADURA!
EDITORIAL
Terminada la segunda vuelta de las elecciones que entregó la
presidencia a Iván Duque, el presidente Santos, el candidato Petro y todos los
voceros y jefes de los partidos politiqueros aplauden el triunfo de la
democracia; todos aceptan y saludan el triunfo del uribismo e incluso algunos,
como Timochenko el jefe de la FARC, se arrastran serviles mostrando su apoyo al
nuevo mandatario, rogándole grandeza.
Triunfó la democracia de los explotadores que pusieron en el
gobierno a uno de los mejores intérpretes del plan ya acordado por los dueños
del país y consignado en la Agenda
Empresarial que regirá los destinos de Colombia durante los próximos años
si el pueblo lo permite. Terminado el carnaval de la democracia burguesa, el
nuevo gobernante, a quien montó por apoyo unánime el Consejo Gremial, se
apresta a ejercer la sanguinaria dictadura de la minoría parásita, y lo hará
con todo el poder del Estado si el pueblo lo permite.
Los jefes de los partidos politiqueros de la pequeña burguesía y
el oportunismo coludidos en la campaña de Gustavo Petro, no se sienten
derrotados porque el número de votantes superó las cifras históricas de esa
izquierda que le sirve a la derecha desde la oposición gubernamental, para
legitimar y darle la apariencia democrática a la dictadura de los explotadores.
Esos que se dicen la esperanza del pueblo desde ya se aprestan a darle
continuidad a la parafernalia de las elecciones regionales con miras a “ser
gobierno” en las próximas presidenciales. Mientras tanto, la base engañada
siente la frustración del sueño truncado ante un anhelo sincero pero ingenuo porque
el cambio no puede conseguirse en las urnas, ni con las reglas impuestas por
los dueños del país, ni dependiendo de esos dirigentes que, en última
instancia, defienden la institucionalidad y la explotación.
En vano se regocijan los de arriba, los politiqueros y publicitas
al servicio de la explotación argumentando la derrota de la abstención electoral
histórica del pueblo colombiano; les parece poco que a pesar del bombardeo
sistemático para que salieran a las urnas, casi la mitad de los colombianos se
negaran en abierto rechazo a la farsa de su mutilada y falsa democracia.
¡Triunfó la democracia de los ricos, ahora hay que enfrentar su
dictadura! Y como se insistió desde este medio, advirtiendo que ganara quien
ganara los obreros y campesinos estaban obligados a luchar, es hora de unir y
generalizar los combates para impedir que los capitalistas impongan las medidas
antiobreras y antipopulares ordenadas por lo grandes monopolios y el
imperialismo.
Pasó la feria de las promesas y los sueños, ahora sigue el circo
del mundial de futbol, pero nada de esto impedirá que el pueblo se vea obligado
a enfrentar las realidades del hambre y la miseria, de la tercerización y la
rebaja del salario, del robo de las pensiones, del deterioro de la salud, de la
privatización de la salud, de la entrega del país a los imperialistas, de la
destrucción de la naturaleza, del terrorismo de Estado y la criminalización de
la protesta popular… todo esto hará crecer el odio espontáneo de las amplias
masas del pueblo, de los trabajadores asalariados superexplotados, de los
campesinos, desplazados y víctimas de la guerra a quienes no queda más camino
que la movilización en huelgas políticas de masas, porque a pesar del veneno
ideológico de la “paz social”, a pesar del poder represivo reaccionario de las
clases dominantes y contra sus deseos de explotar a los trabajadores sin
resistencia ni rebelión, se alza la lucha de clases y los odios de clase como
ley objetiva ajena a la voluntad de las clases, fortalecida por las fuerzas
provenientes de la pavorosa crisis social.
Pasó la euforia de la esperanza en el Estado y los politiqueros,
ahora hay que confiar en las propias fuerzas del pueblo trabajador para unir y
generalizar las huelgas económicas, los bloqueos, las asonadas y las huelgas políticas
de masas, aprovechando la división de las clases dominantes ocasionada por la
crisis económica. Sí existe la esperanza, pero no la de las urnas pregonada por
los reformistas, sino la de la confrontación en las calles porque el terreno
está abonado para canalizar la rebeldía y la lucha inmediata de los obreros y
campesinos en la perspectiva de la lucha política revolucionaria que eche a
tierra todo el poder político y económico de las clases dominantes opresoras y
explotadoras.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Junio 18 de 2018
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