LA DEFENSA OPORTUNISTA DE UN MARXISMO MUTILADO
El Bicentenario del nacimiento de Marx, no solo ha servido
al proletariado revolucionario para reafirmar la defensa de Marx y la vigencia
del Marxismo, sino también para acicatear a las demás clases a sentar posición.
En Colombia, los intelectuales al servicio de la burguesía presentaron
en sus artículos, un Marx equivocado y un Marxismo olvidado como cosa del
pasado. Otros intelectuales y partidos demócratas representantes de los
intereses de la pequeña burguesía, salieron en defensa de un Marx y un Marxismo
conciliadores, humanistas, blandengues, aceptables e inofensivos para la
burguesía.
Era de esperarse que tales, fueran las declaraciones de
gentes anti-marxistas. Pero que otros intelectuales y falsos partidos
comunistas, partidos revisionistas, partidos mamertos como son entre otros, el
PCC, el PCC (ML), el PST y el MOIR, todos
autodenominados marxistas, todos
dizque representantes de los trabajadores, hubiesen salido en el Bicentenario a
reivindicar a Marx y la vigencia del Marxismo, cuando todos en la práctica han mellado y renunciado a su filo
revolucionario y se han erigido en herederos de los falsificadores del Marxismo.
Son miles las verdades del Marxismo, de las cuales algunas
tienen la principalísima significación de ser mojones para distinguir entre el
Marxismo verdadero y el falso, entre el Marxismo revolucionario y el
oportunismo revisionista. De estas verdades fundamentales, la central es la
cuestión del Estado, la necesidad histórica de un nuevo tipo de Estado de
dictadura del proletariado y la continuación de la revolución proletaria bajo
su dictadura de clase.
El Estado, según el Marxismo, no ha sido ni será eterno.
Surgió cuando la sociedad se dividió en clases antagónicas, irreconciliables,
como un poder llamado a amortiguar el
choque entre esas clases, a refrenar
el antagonismo entre opresores y oprimidos, mediante la represión de los medios
y procedimientos de lucha que le permiten a las clases oprimidas derrocar a las
clases opresoras. El Estado no será abolido, se extinguirá cuando, suprimidas las diferencias de clase, ya no sea
necesario ese poder especial de unas clases para dominar a otras.
En el Manifiesto Comunista de 1848 se plantea el problema de
con qué sustituir al Estado burgués, y
se responde: con la organización del
proletariado como clase dominante. Después, la práctica social de las
luchas de clases en Europa, especialmente en Francia, durante las
insurrecciones obreras entre 1848 y 1850, sirvió al desarrollo de la teoría
Marxista del Estado, mostrando que todas
las revoluciones perfeccionaban esta máquina, en vez de destruirla, y que
siendo la dictadura de clase la esencia de
todo Estado, era necesaria la dictadura
del proletariado como el nuevo Estado
de transición para la supresión de las
diferencias de clase en general, y con ellas, para la extinción del Estado. Más tarde, en 1871, la experiencia de la
Comuna de París sirvió al Marxismo para acrisolar nuevas verdades: la clase obrera no puede limitarse
simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está y
servirse de ella para sus propios fines, no puede usar el instrumento político de su esclavización como instrumento político de
su emancipación. La Comuna de París era ya un nuevo tipo de Estado, era, esencialmente, un gobierno de la clase
obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora,
la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la
emancipación económica del trabajo.
Siendo la fuerza armada el pilar central de todo Estado, la
experiencia de La Comuna reafirmó en los hechos otra verdad descubierta por el
Marxismo: la única forma para sustituir el viejo Estado burgués por un nuevo
Estado de dictadura del proletariado, es la
fuerza armada del pueblo, la revolución violenta; o en palabras del
Manifiesto, derrocando por la violencia
todo el orden social existente.
Verdades del Marxismo sobre la cuestión del Estado; verdades
odiadas y temidas por la burguesía; verdades “olvidadas” y tergiversadas por
sus lugartenientes oportunistas tanto en el movimiento obrero como entre las
masas del pueblo en general.
El revisionismo clásico de Bernstein surgido en el Partido
Socialdemócrata Alemán a finales del siglo XIX, nació falseando la teoría
Marxista del Estado en su papel amortiguador
de los choques entre las clases antagónicas, con la teoría oportunista de la
función estatal “conciliadora” del antagonismo, “hacedora de la paz social”
entre las clases antagónicas. Así mismo, desde entonces los revisionistas, trastocaron
la teoría Marxista de la extinción del
Estado cuando cese la división de la sociedad de clases, con la idea
oportunista de la “extinción del Estado burgués” que hace “innecesaria” la
revolución violenta del proletariado.
El revisionismo jrushchovista en el XX Congreso del Partido
Comunista de la Unión Soviética - PCUS en 1956, agregó otro capítulo a la
falsificación oportunista del Marxismo en la cuestión del Estado. Con el
pretexto de “cambios radicales” en la situación mundial, renunció a la teoría Marxista
de la revolución violenta y reencauchó la vieja teoría revisionista de la
“transición pacífica” del capitalismo al socialismo, para la cual “ya no era necesario”
un Estado de dictadura del proletariado sino de un “Estado de todo el pueblo”, en
abierta renuncia a la teoría Marxista del carácter de clase de todo Estado,
pues mientras exista Estado, no podrá ser “de todo el pueblo” sino de la clase económicamente
dominante, como en efecto ocurrió en Rusia donde bajo la cobertura del “Estado
de todo el pueblo” se restauró el viejo Estado de dictadura de la burguesía
—hoy dictadura de la burguesía imperialista rusa— como instrumento para
restaurar el capitalismo y la explotación asalariada.
Tales falsificaciones de la teoría Marxista del Estado, han
sido acogidas todas y en todo por los partidos revisionistas actuales en
Colombia. Su defensa de Marx y del Marxismo en el Bicentenario es una mentira. En
realidad, ellos no son herederos del Marxismo revolucionario, sino de la
falsificación del Marxismo, del oportunismo, que es marxismo mutilado,
inservible para la lucha emancipadora del proletariado.
Pero no todos los revisionistas han renegado abiertamente
del Marxismo y su teoría del Estado. Existen otros revisionistas de nuevo tipo,
representados en Colombia por el llamado Grupo Comunista Revolucionario - GCR,
devoto seguidor del revisionismo avakianista acuñado por el PCR, EU, cuya
renuncia es velada, alambicada, resbalosa. No conmemoraron el Bicentenario
porque para ellos, Marx y el Marxismo pertenecen al pasado ¡ya no son vigentes!
Ellos renunciaron al viejo comunismo —el de Marx— el de la revolución violenta
y la dictadura del proletariado, y asumieron la defensa del “nuevo comunismo” —el
de Avakian— el de “un movimiento para la revolución” sin la dirección del
proletariado, el de una “dictadura del proletariado” protectora del derecho a
disentir de la burguesía, el de “la emancipación de la humanidad” en un “salto
al comunismo” sin necesidad del poder omnímodo del proletariado, sin el cual,
para el Marxismo, la sociedad no puede
transitar a la supresión de las diferencias de clase en general. En realidad, estos
neo revisionistas, abandonan socarronamente la teoría Marxista del Estado, y
deslizan el contrabando ideológico de un nuevo Estado de “dictadura del
proletariado” apenas de nombre, donde como también le refutara Lenin al
revisionista Kautsky, callan, ocultan, renuncian a la violencia revolucionaria del proletariado contra la burguesía para
aniquilarla. El revisionismo avakianista del GCR es nueva palabrería para
disfrazar las viejas teorías revisionistas de la “transición pacífica” y del “Estado
de todo el pueblo” —léase de la burguesía. En la cuestión del Estado, bajo su
piel de “nuevo comunismo” tiene viva la calaña y catadura del viejo revisionismo
mamerto. Objetivamente se han convertido en lacayos de la burguesía
imperialista.
Los revisionistas en general, creen que son marxistas por
aceptar o parlotear de la lucha de clases,
cuya existencia y desarrollo fueron reconocidos por la burguesía liberal. Lo que yo he aportado de nuevo —dice Marx— ha
sido demostrar: 1) que la existencia de
las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la
producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta
misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases... una
verdad Marxista que la experiencia de la Gran Revolución Cultural Proletaria en
China (1965-1976), elevó a la necesidad
de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado. ¡Qué
lejos del Marxismo revolucionario están los viejos y nuevos revisionistas defensores
de un marxismo mutilado liberal burgués!
He ahí, la diametral diferencia programática entre marxistas
y oportunistas sobre la cardinal cuestión del Estado. El programa máximo de los
partidos oportunistas renuncia a la vía armada para la toma del poder y adopta
la vía electoral para tomar posesión del
Estado burgués y remodelarlo con el barniz del “Estado Social de Derecho”;
o dicho al estilo kautskysta, lograr un
desplazamiento de la correlación de fuerzas dentro del poder del Estado…, ganar la mayoría en el parlamento… y utilizar el Estado burgués para los fines
del proletariado, contraviniendo completamente las enseñanzas de Marx. Por
su parte el programa máximo de los marxistas revolucionarios —hoy marxistas
leninistas maoístas— asume la necesidad de derrotar con la violencia
revolucionaria de las masas la vieja máquina de esclavización de los
trabajadores, demolerla hasta en los cimientos y construir un nuevo tipo de
Estado de dictadura del proletariado que expropie a los expropiadores y sea la
forma política de la emancipación económica del trabajo.
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