UN TRIUNFO FAMÉLICO DE LA DEMOCRACIA BURGUESA
Culminada la
primera vuelta electoral, “¡triunfó la democracia!” fue el pronunciamiento
unísono de todas las campañas, incluso las tendidas en el camino por los
escasos votos obtenidos. “¡53% de participación!” fue el trofeo de ese “triunfo”.
“¡Derrotada la
abstención!” vociferaron jubilosos todos los protagonistas y bufones de la
farsa, que además tienen el cinismo de llamar irresponsables a los
abstencionistas electorales.
¿Triunfó la
democracia? Sí, la de los ricos y los poderosos que obnubilan al pueblo con la
falsa idea de que existe democracia pura, al servicio de toda la sociedad y por
encima de las clases. Mentira labrada durante siglos, infundida por todos los
medios, voceada por todas las clases amamantadas por el poder político de los
capitalistas, pues sin ella los explotadores no podrían legitimar su dictadura
de clase.
La democracia burguesa
oculta que en el capitalismo son las clases económicamente dominantes quienes
tienen el poder y los medios para inducir la voluntad de los votantes, por la
fuerza de las armas, por la fuerza de la propaganda, por la fuerza de los
incentivos materiales, por la fuerza de los miedos, mentiras, tramoyas y
trampas. No puede haber elecciones libres cuando además del control
territorial, a los electores se les amenaza o soborna para que acudan a las
urnas. No existe en este sentido diferencia alguna entre quienes obligan con el
fusil, o quienes organizan caravanas con comida e incentivos económicos, o
quienes ofrecen días compensatorios por haber votado, o cualquier otro
“reconocimiento” o “premio” por cumplir con el “sagrado derecho de votar”.
La farsa electoral
del 27 de mayo, muestra sin tapujos la “democracia” que impone el poder
económico, político y militar de la mafia uribista, que de encime apela al
fraude en el conteo a favor de Duque, mostrado por videos ya virales, y frente
a lo cual la Registraduría, otro actor de la farsa, no tuvo más remedio que
salir a lavarle la cara a los tramposos con el embuste de que fueron “errores
humanos” a la hora de escribir los números, “errores humanos” que curiosamente
ante todo se ven en la casilla del candidato títere; ¡corrupción y fraude! ingrediente
infaltable en la democracia de los ricos.
La farsa electoral
del 27 de mayo, también mostró el papelón asumido por los reformistas Petro y
Fajardo, quienes sin confesar de frente como Duque, la defensa a muerte de este
infernal sistema de explotación y de su podrido Estado de dictadura de clase,
ofrecen sus servicios a los dueños del capital, de blanquear las lacras de su
amado sistema, las del hambre, del desempleo, la drogadicción, la delincuencia…;
de aplicarle paños de agua tibia a otros males incurables del capitalismo como
son el destierro de los pobres del campo, la asfixia económica de los pobres de
la ciudad, la negación de derechos en salud y educación, la desigualdad
social…, en fin, la forma reformista de defender la esclavitud asalariada sin
la cual no puede funcionar el capitalismo, y de defender el poder político de
los explotadores bajo la etiqueta del “Estado Social de Derecho”. Forma
reformista de engañar a la gente todavía ignorante de que el problema no es un
cambio de gobierno sino un cambio de sistema, lo cual seguramente fue lo que
más incidió en rebajar unos pocos puntos a la abstención.
Si se tiene en
cuenta la cantidad abrumadora de recursos destinados a preparar y promover la
farsa electoral con el fin de hacer creer al pueblo que su voto elige, recursos
en dinero, tiempo, personal encargado de realizar campañas por todos los medios
posibles; horas y horas bombardeando las conciencias de la gente para que vote
por quien sea, ofreciéndole todas las facilidades y estímulos posibles, y como
resultado a duras penas logran sobrepasar el 50% de los votantes, es en
realidad un triunfo famélico de la tan cacareada democracia burguesa.
Y con más
convencimiento ahora se puede afirmar y reafirmar, que si más de 17 millones de
personas aptas para votar no se dejaron obnubilar por esa descomunal carga de
propaganda, de promesas y mentiras, de amenazas y lisonjas, es porque el
abstencionismo en Colombia sí es una actitud política, semi-consciente, que a
pesar del pequeño porcentaje perdido el 27 de mayo, representa la expresión más
sincera y libre del pueblo en rechazo a los politiqueros, a las mafias electorales,
a los sobijos de los falsos amigos del pueblo, a las sanguijuelas que por tanto
tiempo han vivido de la sangre y el sudor de su trabajo. Ahí en esa franja
abstencionista está la inmensa mayoría de la población trabajadora que intuye
tras ese olor nauseabundo de las elecciones burguesas, la podredumbre de un
sistema que hace décadas está mandado a recoger. Con todo el aparataje de
reaccionarios, reformistas y oportunistas y ¡escasamente pasaron del 50%! ¿Y a
eso le llaman gran triunfo sobre la abstención?
Ni siquiera el
estímulo del odio para invitar a votar pudo ser efectivo para que la gran
mayoría de la población acudiera a las urnas, ya que no cree en sus promesas de
politiqueros baratos. El “voto en contra de” fue un invento que probaron para
motivar; y claro de hecho una buena parte de los votantes lo depositaron con
esa idea, basados en la falsa polarización entre una derecha y otra supuesta “izquierda”
en realidad inexistente, pues por sus programas ¡todos son derecha! Por su
temor a la lucha de clases y a la revolución violenta, por su odio al
socialismo y al comunismo ¡todos son derecha! Los candidatos no tienen diferencias
de fondo en realidad y lo han demostrado ya como gobernantes, Petro en la Alcaldía
de Bogotá, Fajardo en la de Medellín y en la Gobernación de Antioquia, Vargas
Lleras y De la Calle en la Vicepresidencia; y el titiritero de Duque en 8 años en
la presidencia… Todos han tenido ya la posibilidad de gobernar y nadie puede
llamarse a engaños, no existen diferencias esenciales entre ellos. Esa es la
democracia en esta sociedad capitalista: como candidatos enemigos furibundos,
pero como gobernantes igual de serviles al capital. Por eso a la burguesía, a
los terratenientes y a los imperialistas, no les afecta en lo fundamental quién
ocupe la Casa de Nariño en los próximos 4 años, si obedece la política de resguardar
bien los intereses del capital y de engolosinar al pueblo con las migajas del
banquete burgués.
Bajo este podrido
sistema de hambre, explotación, miseria y represión, gane quien gane, las masas
trabajadoras siguen perdiendo, y siguen obligadas a tomar el camino de la lucha
directa, en las calles, paradójicamente para enfrentar y luchar contra la
“democracia” que triunfó en las elecciones. Esa ha sido la testaruda verdad de
los hechos, en cada “nuevo” gobierno ejercido inevitablemente al servicio de los
ricos.
Desde el punto de
vista de los obreros y campesinos, de sus condiciones y sus intereses, de la
realidad en que viven, pase lo que pase en las elecciones, siempre tendrán que
recurrir a la lucha, a la organización y a la movilización. Ni un ápice debe
haber de confianza o ilusión en ninguno de los candidatos, no hay absolutamente
nada positivo que se pueda esperar de ninguno de los que están en contienda,
sus programas solo son cortinas de humo, pues al fin de cuentas ellos son
instrumentos al servicio de quienes mandan en realidad sobre la política y la
economía del país. Quién no se someta a esa condición no puede pasar al sillón
presidencial o se convierte en un “buen muerto” como dice el paraco Uribe.
Comité de
Dirección - Unión Obrera Comunista (mlm)
Mayo 30 de 2018
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