Frenar la guerra contra el pueblo retomando el camino del Estallido Social


 


La guerra en el sur occidente colombiano sigue causándole tragedias al pueblo. Muestra de ello es el reciente asesinato del profesor, dirigente social y defensor de derechos humanos Jairo Enrique Tombé, y su esposa Leonora González, en la vereda Pueblo Nuevo del municipio del Tambo Cauca. La pareja estaba desaparecida desde el 31 de mayo y hasta ayer 5 de junio fue encontrada sin vida.


 

El asesinato a dirigentes sociales y las masacres no paran. La guerra contra el pueblo no ha cesado a pesar de que el gobierno de Petro plantea la Paz Total, los hechos demuestran que no pasa de ser una buena intención, por la sencilla razón de que mientras la sociedad siga dividida en clases sociales, no podrá haber paz absoluta.

Muchos de los dirigentes sociales asesinados, han sido opositores abiertos a los proyectos de empresas nacionales y extranjeras, que claramente atentan contra la población y el medio ambiente. Compañías que al final son respaldadas por el Estado y sus fuerzas legales e ilegales. Varias de las masacres cometidas contra la población, sobre todo rural, tienen que ver con la disputa entre grupos armados -muchos de ellos financiados por los capitalistas y terratenientes- por la renta que genera el cultivo de psicotrópicos, la minería legal e ilegal, y las plantaciones de cultivos agroindustriales. Es decir, que mientras los explotadores continúen ostentando el poder económico y por tanto el poder político del Estado, ninguna política de Paz Total se llevará a término. La burguesía, los terratenientes y el imperialismo continuarán en su plan de obtener ganancias y quienes les estorben serán reprimidos con todo el peso de sus fuerzas militares y paramilitares.

El terror de los capitalistas se enfrenta con la movilización de las masas, en ese sentido, es importante retomar las Asambleas Obrero Populares que organicen la seguridad de sus dirigentes y la población, creando las comisiones de seguridad, la guardia indígena, campesina u obrera, e incluso las milicias populares. La guerra contra el pueblo se puede frenar si llevamos a cabo la consigna del estallido social: ¡Solo el pueblo salva al pueblo!

Finalmente, es importante recalcar lo que decía Lenin en El Socialismo y la Guerra: Los socialistas han condenado siempre las guerras entre los pueblos como algo bárbaro y feroz. Pero nuestra actitud ante la guerra es distinta, por principio, de la que asumen los pacifistas burgueses (partidarios y propagandistas de la paz) y los anarquistas. Nos distinguimos de los primeros en que comprendemos el lazo inevitable que une las guerras con la lucha de clases en el interior del país, y en que comprendemos que no se puede suprimir las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo; también en que reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter progresista y la necesidad de las guerras civiles, es decir, de las guerras de la clase oprimida contra la clase opresora, de los esclavos contra los esclavistas, de los campesinos siervos contra los terratenientes y de los obreros asalariados contra la burguesía. (negrillas nuestras)

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