¿TRANSFORMAR DE RAÍZ UN “MODELO” O TODO EL SISTEMA?
Ante los grandes levantamientos de masas que por las vías de hecho han parado la actividad económica en Ecuador y Chile sumiendo a sus gobiernos en inesperadas crisis políticas y ante las gigantescas manifestaciones en otros países circunvecinos con similares reivindicaciones, las clases dominantes rápidamente han acudido a las armas contra el pueblo, a la represión violenta de huelguistas y manifestantes, mostrando en los hechos que su democracia es en realidad una dictadura de clase sustentada en las fuerzas armadas del Estado.
Aún así, los asesinatos, detenciones, gases, balas y bastonazos no han detenido ni sometido la rebelión de los trabajadores y, por el contrario, han avivado más el odio de clase y la fuerza de la movilización de obreros, campesinos, indígenas, estudiantes, pobladores, en huelgas políticas que han obligado a los gobernantes a reversar sus hambreadoras medidas y en el caso de Chile, a ofrecer otras reformas inmediatas para desmovilizar a la población, lo cual tampoco les ha surtido efecto. También han acudido a la concertación con sus lugartenientes, dirigentes conciliadores y patronales expertos en quebrar el movimiento desde adentro, tal como lo hicieron en Ecuador.
Lo cierto es, que las recurrentes y peregrinas explicaciones policiacas de achacar las causas de las protestas a la labor conspiradora de infiltrados terroristas, o a un maquiavélico plan internacional del “castro-chavismo” han quedado en ridículo, pues ya es una verdad aceptada por tirios y troyanos, que la terrible situación económica de los trabajadores, sobre todo de los obreros, es la motivación de fondo de su rebelión, de su lucha contra gobernantes y empresarios, y que tal situación no se compadece con la pesada carga e intensidad de su trabajo diario, y menos con el asombroso crecimiento de las ganancias y riquezas de las grandes empresas monopolistas, principalmente las del capital extranjero imperialista.
Y es aquí donde aparecen los “gurús” de la economía mundial, los “sabihondos politólogos” de la comarca, los encopetados jefes reformistas a recitar en coro: “no es suficiente otorgar algunas reivindicaciones a los trabajadores”, “se trata de evitar una explosión social en cadena para lo cual se necesita una transformación de raíz del modelo económico”.
Por supuesto, no se refieren al capitalismo, sino al “modelo neoliberal” que identifican con la privatización de empresas y servicios públicos, aumento de impuestos, rebaja en salarios y pensiones, tercerización y trabajo por horas, cercenamiento de las prestaciones sociales…
Para los marxistas “el ‘neoliberalismo’ es una formulación socialdemócrata —compartida acríticamente por algunos comunistas— para hacerle apología al capitalismo, ocultando el lugar histórico del imperialismo como fase final de todo el sistema capitalista, después del cual no sigue sino la revolución proletaria y el socialismo. En su lugar, el ‘neoliberalismo’ representa un simple, perverso y abusivo ‘modelo’ de capitalismo, cuya derrota no implica acabar, sino preservar el sistema capitalista, la dictadura burguesa y su reino de explotación mundial asalariada”. (Ver, Propuesta de Formulación de una Línea General para el Movimiento Comunista Internacional – Cap. I Numeral 1).
Todas las consecuencias que los reformistas achacan al “modelo neoliberal”, en realidad son características de la superexplotación mundial capitalista, palabra que evitan nombrar pues ninguna reforma puede suprimir, esa, la base profunda de la existencia y funcionamiento del capitalismo. No es un artificioso “modelo” de capitalismo, sino todo el sistema capitalista el que se debe transformar de raíz.
El llamado de los reformistas a “transformar de raíz el modelo económico neoliberal” significa blanquear mediante reformas constitucionales las lacras del capitalismo; significa preservar el sistema mundial de la esclavitud asalariada; significa rechazar una revolución que transforme de raíz el sistema capitalista, derrocando el poder político estatal de los grandes empresarios socios y lacayos del imperialismo, e instaurando un nuevo poder estatal de los obreros y campesinos único capaz de transformar de raíz las relaciones sociales de explotación en unas nuevas relaciones sociales de cooperación socialista.
He ahí, la profunda diferencia entre las dos tácticas. La táctica reformista cuya denuncia a las consecuencias del capitalismo y apoyo a la movilización social pretende esperanzar al pueblo en unas reformas constitucionales dejando intacto el poder económico y político de los explotadores. Y la táctica revolucionaria para la cual, las causas de las poderosas huelgas políticas de masas que hoy sacuden a diversos países oprimidos, están en las profundas contradicciones del sistema capitalista, entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos, contradicciones irreconciliables, antagónicas, donde las luchas de las masas trabajadoras hoy y las reformas que puedan conquistar, deben servir de aliento y preparación de la única forma de solucionar tales contradicciones: la revolución, sabiendo que en palabras del Presidente Mao “la tarea central y la forma superior de una revolución es la toma del Poder por medio de las armas, es la solución del problema por medio de la guerra”.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Octubre 26 de 2019
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