Terrorismo de Estado y Farsa Electoral

En la República democrática burguesa las elecciones son un mecanismo para garantizar a las distintas facciones de la burguesía la lucha por el poder dentro de su Estado de dictadura de los capitalistas lo cual va acompañado del perfeccionamiento y fortalecimiento del Poder ejecutivo, y del aparato burocrático militar estatal. Un mecanismo para darle apariencia democrática a la puja entre los distintos partidos burgueses y pequeñoburgueses, que se reparten y se vuelven a repartir el botín de los puestos burocráticos, pero dejando intactas las bases del régimen de explotación asalariada. Por eso las elecciones son una farsa para engañar al pueblo y darle la apariencia democrática a la dictadura de los explotadores.

Es una ilusión pequeñoburguesa y oportunista, la creencia de que el Estado está situado por encima de las clases; una idea que ha conducido siempre y en la práctica a traicionar los intereses de las masas trabajadoras, como lo ha demostrado la historia de la participación “obrera” y “progresista” en los ministerios burgueses, en las alcaldías, gobernaciones e incluso en la presidencia, desde donde se ejecuta la dictadura de los burgueses, terratenientes e imperialistas. Basta ver los ejemplos de los ministros del trabajo salidos de la burocracia de la CUT, las alcaldías y gobernaciones de los vendeobreros Garzón o del demócrata Petro, o la presidencia “obrera” de Lula y Maduro en los vecinos países de Brasil y Venezuela.

Como dice el Programa para la Revolución en Colombia: “La esencia de la democracia burguesa reside en el reconocimiento puramente formal de derechos y libertades, en realidad inaccesibles al proletariado y al semiproletariado por causa de la falta de recursos materiales, en tanto que la burguesía tiene todas las posibilidades de sacar partido de esos recursos materiales, de su prensa y de su organización, para engañar al pueblo. La libertad burguesa es la libertad de explotar y de oprimir a los trabajadores; libertad de reprimir la organización, la expresión, la movilización y la rebeldía de las masas trabajadoras”.

El carácter dictatorial de la mutilada y falsa democracia burguesa se hace más evidente cuando, como en la época actual en Colombia, ésta se ejecuta abiertamente con el terrorismo de Estado: amenaza y asesinato de dirigentes y luchadores populares que se oponen a los planes de los explotadores; garrote y bala contra cualquier manifestación de las masas; criminalización de la protesta y persecución a las organizaciones obreras, campesinas y populares. Dictadura terrorista ejecutada ahora por la facción mafiosa y paramilitar que conquistó la presidencia en las elecciones del 2018, y no solo abiertamente con las fuerzas del ejército y la policía sino además con las bandas paramilitares.


La situación se ve agravada por la guerra de la coca; es decir, por la lucha violenta alrededor de la renta extraordinaria que proporciona el negocio de los sicotrópicos, ocasionando que la “sagrada institución” burguesa de las elecciones sirva también de escenario al enfrentamiento armado entre los distintos sectores que se pelean el poder del Estado en las regiones. Según la Misión de Observación Electoral – MOE, entre el 27 de octubre de 2018 y el 27 de agosto de 2019, se registraron hechos violentos contra 364 líderes políticos, sociales y comunales; de esos, 91 fueron asesinados desde el inicio del calendario electoral. En lo que va corrido del año se han registrado 155 hechos violentos, entre amenazas, secuestros, desapariciones, atentados y asesinatos, de los cuales fueron reportadas 108 amenazas a líderes políticos y 26 asesinatos. Y en lo que va corrido del mes de septiembre 6 candidatos han sido asesinados.

Los hechos muestran claramente la mentira de la falsa democracia y desnuda las elecciones como una farsa en la cual los grandes capitalistas deciden quien gobierna, no solo con el poder económico sino también con el poder de las armas y el terror. De ahí que el papel de los jefes de los partidos reformistas de la pequeña burguesía y el oportunismo (armados y desarmados) que llaman al pueblo a participar en la farsa de octubre les prestan un gran favor a los explotadores contribuyendo a maquillar su criminal y sangrienta dictadura.

Esos jefes que acuden en ayuda de los explotadores y disfrazan su complicidad con frases sobre un supuesto “izquierdismo” o “infantilismo” de los comunistas, no solo pasan por alto el asesinato sistemático de los luchadores populares y de sus propias bases, también desconocen que la actitud mayoritaria de las masas en Colombia ha sido históricamente de abstención electoral; una actitud correcta que no significa abstención política, apatía o indiferencia como pregonan los señoritos ilustrados de los partidos burgueses y pequeñoburgueses sino que constituye una posición política de rechazo a los politiqueros y de desconfianza en el Estado; una actitud enseñada por los mismos partidos de la burguesía que a principios del siglo pasado manifestaban de esa forma su rechazo al fraude y al terrorismo de Estado; ellos mismos le enseñaron después de lanzarlo a matarse entre sí durante “La Violencia”, que todos son sus enemigos cuando instauraron el Frente Nacional para aplastarlo, turnándose en el poder y repartiéndose el botín, manteniendo la farsa electoral únicamente para engañar incautos.

Los ignorantes e indiferentes frente a los hechos y a la historia son esos intelectuales y jefes politiqueros que se dicen amigos del pueblo pero que en realidad son instrumentos o idiotas útiles de las reaccionarias clases dominantes colombianas, que durante toda la existencia de su falsa democracia han recurrido a la violencia reaccionaria para defender sus apestosos intereses de clase, ahogando en sangre todo grito de rebeldía de las masas trabajadoras.

Los hechos demuestran que la actitud correcta frente a la farsa electoral que se avecina no es la participación con candidatos, sino mediante una Campaña Política Antielectoral que contribuya a elevar la conciencia del pueblo trabajador frente a la mutilada democracia burguesa, frente al carácter reaccionario del podrido Estado de los explotadores y a la necesidad de enfrentar su actual gobierno con el paro y la movilización en las calles, con la mira puesta en la necesidad de destruirlo con la violencia revolucionaria de las masas para sustituirlo por el nuevo Estado de obreros y campesinos.
La táctica que sirve al pueblo en la actual coyuntura no es acudir en ayuda de los explotadores contribuyendo a darle el barniz democrático a su sangrienta dictadura, sino aprovechar la división de los enemigos y la debilidad del régimen antipopular y odiado por el pueblo, para encausar la rebeldía de los trabajadores conquistando la libertad (el derecho a la organización, a la expresión y movilización) en los hechos e imponiendo con el paro indefinido y el combate callejero la voluntad del pueblo, obligando al Estado a retroceder en sus planes criminales.

La actitud política correcta frente a la farsa electoral de octubre es llamar al pueblo a ¡NO VOTAR! a ¡generalizar la lucha obrera, campesina y popular! A no malgastar sus esfuerzos en la farsa sino a concentrarlos en preparar y organizar el Paro Nacional Indefinido, la Huelga Política de Masas que ponga freno al terrorismo de Estado y conquiste para el pueblo trabajador sus reivindicaciones inmediatas más sentidas.

Esa es la orientación correcta para acercar el triunfo de la revolución que acabe para siempre con la dominación política de las clases explotadoras. Ese es el camino que contribuye a establecer la dominación política de la mayoría trabajadora, necesaria para destruir completamente toda forma de explotación y los privilegios de la minoría insignificante de parásitos que hoy cabalgan sobre el pueblo y se sacian con su sangre. Ese es el camino que acerca el día del establecimiento de la democracia directa de los obreros y campesinos armados, la superación de la democracia falsa y mutilada de sus explotadores en la actualidad.

Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Septiembre 11 2019

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