Cómo los Revisionistas Usurparon el Poder en la URSS

Fidel Castro junto al revisionista Nikita Jrushev en 1962

Entre los años 1945 y 1950, el camarada Stalin concentró sus esfuerzos en la reconstrucción del campo socialista y afinó su atención sobre los problemas internacionales; afrontaba aquellas tareas sobre numerosos quebrantos de salud y el agotamiento físico por los enormes esfuerzos en la Gran Guerra Patria. No es sino hasta 1951, cuando Stalin empieza a inquietarse seriamente por el estado del Partido y en lo que fueron los últimos años de su vida, Stalin libró una batalla contra las tendencias socialdemócratas y nacionalistas burguesas al interior de la URSS; en contra de una línea derechista al interior del Partido y contra la subversión conducida por el imperialismo anglo-americano. Aquella lucha por un lado no fue llevada a cabo con la profundidad y la amplitud necesarias para reorganizar y enderezar ideológica y políticamente al Partido y por otro, se avecinaba una inminente derrota del proletariado soviético a manos de la nueva burguesía “roja”. Dicha derrota tiene sus causas objetivas tanto como subjetivas, es decir, subjetivamente los marxistas rusos se alejaron u olvidaron la teoría marxista del Estado, en cuanto permitieron erradamente la existencia en el aparato estatal soviético de funcionarios con calidad de “irremovibles”, burócratas con beneficios y privilegios por encima de las masas y también erradamente concibieron la separación del Ejército Rojo de las masas, es decir de un “Ejército Profesional” con el monopolio de las armas, completamente alejado de la producción social y de la vida social. Además objetivamente recaía sobre el Partido Bolchevique el enorme peso de ser el primero en experimentar el socialismo, no contar con alguna experiencia pasada de donde pudiera extraer lecciones sobre la construcción socialista fue una gran limitante.

Después de finalizada la guerra, se reforzó enormemente las antiguas tendencias al profesionalismo militar y a la tecnocracia. La burocratización, la búsqueda de privilegios y la vida fácil se habían acentuado también en las altas esferas del Partido, asimismo la vigilancia ideológico-política ante las corrientes oportunistas perdió fuerza. Un duro golpe recibieron los bolcheviques en agosto de 1948, cuando André Jdanov, un bolchevique quien había entregado toda su vida a la consolidación ideológica del Partido, muere. Su muerte dejó un gran vacío, por aquel tiempo registraba un periodo dentro de la URSS en donde la jubilación o la muerte de viejos cuadros debilitaron a los bolcheviques y fortalecieron a la nueva generación revisionista. A inicios del año 1950 la salud del camarada Stalin también se deterioró enormemente, por tal motivo el problema de la sucesión de Stalin iba a colocarse en un porvenir muy próximo. Fue precisamente, en este momento, cuando dos grupos de revisionistas en el seno de la dirección salieron a la superficie e iniciaron sus intrigas para usurpar el poder. Los dos, cada uno por su lado, juraban ser fieles a Stalin. El grupo de Beria y el de Jrushev constituyeron dos fracciones revisionistas rivales que, al mismo tiempo que iban minando en secreto la obra de Stalin y del socialismo, se declararon mutuamente la guerra. Beria sería fusilado por Jrushev en 1953, poco después de la muerte de Stalin.

En el XIX Congreso del Partido Bolchevique que se realizó en octubre de 1952, Stalin dio un discurso inaugural en donde se refiere al campo socialista y a los países democráticos-populares, a la situación mundial referida a la contradicción entre el campo socialista y el imperialista, un discurso muy oportuno en la nueva situación creada con el Gran Campo Socialista:


“Está claro que nuestro partido no puede quedar en deuda con los partidos hermanos y éste, a su vez, debe apoyarlos a ellos y a sus pueblos en su lucha por la liberación, en su lucha por la preservación de la paz. Como es sabido, es precisamente así como se está actuando. Después de la toma del poder por nuestro partido en 1917, y después de que el partido tomó medidas reales para eliminar el capitalismo y la opresión terrateniente, los representantes de los partidos hermanos, admirando la valentía y el éxito de nuestro partido, nos concedieron el título de ‘Brigada de choque’ del movimiento obrero revolucionario mundial. Con esto reflejaron la esperanza de que el éxito de la ‘brigada de choque’ facilite la situación de los pueblos que languidecen bajo el yugo del capitalismo. Creo que nuestro partido logró satisfacer estas esperanzas, sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la Unión Soviética aplastando a la tiranía fascista alemana y japonesa, liberó a los pueblos de Europa y Asia de la amenaza de la esclavitud fascista.

Por supuesto, fue muy difícil hacer cumplir este papel honorable, mientras que la ‘Brigada de choque’ fue la única y mientras que tenía que cumplir este papel de liderazgo casi en solitario. Pero lo fue. Ahora estamos en otra cuestión completamente diferente. Ahora desde China y Corea hasta Checoslovaquia y Hungría aparecieron las nuevas ‘brigadas de choque’ como países democrático-populares, ahora a nuestro partido le resulta más fácil luchar, e incluso el trabajo se ha vuelto más animado”.

En aquel congreso, Malenkov, un gran cuadro bolchevique dio también un informe sobre la alarmante situación al interior del Partido. Aquel informe llevaba el sello de los auténticos leninistas que defendían las tesis revolucionarias que serían desmontadas cuatro años más tarde por Jruschev y Mikoyán. Allí se hace una crítica a una multitud de tendencias negativas en la economía y en la vida del Partido, en primer lugar, volviendo a la depuración de 1937-38, Malenkov nota:

“A la luz de los resultados de la guerra aparece frente a nosotros, con toda su grandeza, la significación de la lucha intransigente que nuestro Partido ha seguido, contra los enemigos del marxismo-leninismo, contra los engendros trotskistas-bujarinistas, contra los capituladores y los traidores que intentaban hacer desviar al partido de la buena vía y escindir sus filas. (…) Aplastando a la organización clandestina de los trotskistas y bujarinistas, el Partido destruyó en el tiempo preciso toda posibilidad de la aparición en la URSS de una quinta columna y preparó políticamente al país para la defensa activa. No es difícil comprender que si esto no hubiese sido hecho a tiempo, nos habríamos encontrado, durante las hostilidades, en la situación del hombre ametrallado desde el frente y la retaguardia, y habríamos perdido la guerra”.

Con aquellas tesis los leninistas en la URSS defendían la idea de una nueva depuración de las filas del partido. Malenkov subrayó que muchos cuadros burocratizados rehusaban las críticas y el control de la base y se escudaban en formalismos y en la despreocupación.

“La autocrítica y sobre todo la crítica que nos llega de la base no es aún… el método principal para revelar y corregir nuestros errores y nuestras insuficiencias, debilidades y contradicciones… La crítica es objeto de bromas y de persecución. Encontramos a menudo militantes que proclaman sin fin la fidelidad al Partido pero que en realidad no soportan las críticas de abajo, las ahogan y se vengan de los que les critican. Conocemos a buen número de casos en donde la actitud burocrática hacia la crítica y la autocrítica… mata la iniciativa… e implanta en ciertas organizaciones hábitos antipartido de los burócratas, enemigos jurados del Partido. Allí en donde el control de las masas sobre la actividad de las organizaciones… es débil, aparecen… el burocratismo, la corrupción e incluso la degradación de ciertos escalones de nuestro aparato. (…) Los éxitos han engendrado en el partido la autosatisfacción, un optimismo oficial, el espíritu de quietud, el deseo de reposar sobre sus propios laureles y de hacer prevaler los méritos pasados. (…) Los dirigentes transforman a menudo las reuniones en manifestaciones de parada, de distribución de elogios, si bien los errores y las insuficiencias en el trabajo, las contrariedades y las debilidades no son denunciadas ni criticadas… El espíritu de descuido ha penetrado en la organización del Partido”.

En aquel punto los elementos leninistas del partido denunciaban a los burócratas enquistados dentro de las filas del partido (léase mejor a la nueva burguesía), continuando su idea Malenkov agrega:

“La actitud formal sobre las decisiones del Partido y del gobierno, la actitud pasiva hacia su aplicación, son vicios que es necesario extirpar implacablemente. El Partido no tiene necesidad de funcionarios resecos e indiferentes para los que su tranquilidad personal es más importante que los intereses de la causa; nos hacen falta combatientes infatigables, llenos de abnegación. (…) Buen número de dirigentes olvidan que las empresas que se les ha confiado la gestión pertenecen al Estado; se esfuerzan en transformarlas en sus feudos en donde hacen ‘todo lo que su pie izquierdo les manda’. (…) Tenemos cantidad de dirigentes que piensan que las decisiones del Partido y las leyes soviéticas no son obligatorias para ellos. (…) Los que intentan ocultar la verdad al Partido y de engañarlo no puede ser miembros del Partido”.

Malenkov en aquel informe también denuncia como aquellos cuadros burócratas (nueva burguesía) comenzaban a usufructuarse ilegalmente y expropiar las propiedades socialistas de las masas en beneficio propio:

“Ciertos funcionarios dilapidan ellos mismos los bienes de los koljoses… se apropian las tierras colectivas, forzando a las direcciones de los koljoses a abastecerles gratuitamente de grano, carne, leche y otros alimentos. (…) Ciertos dirigentes no escogen a los cuadros según sus cualidades políticas y prácticas, sino por espíritu de familia, por espíritu de camaradería y de cofradía… estas deformaciones engendran en ciertas organizaciones camarillas de hombres que se apoyan unos a otros y emplazan sus intereses de grupo por encima de los del Partido y del Estado. Nada asombroso es que un ambiente tal conduzca de ordinario a la descomposición y a la putrefacción. (…) La actitud deshonesta e irresponsable hacia la ejecución de las directrices de los organismos dirigentes es una de las manifestaciones más peligrosas y criminales del burocratismo. (…) El objetivo del control de la ejecución es el de revelar las insuficiencias, de poner al desnudo las ilegalidades, de ayudar con consejos a los trabajadores honestos a castigar a los incorregibles”.

Finalmente Malenkov criticó a los cuadros que descuidaban el trabajo ideológico, permitiendo a las corrientes burguesas emerger de nuevo y tomar posiciones en el frente ideológico:

“En muchas organizaciones del Partido se subestima el trabajo ideológico, este trabajo acusa un retraso sobre las tareas del Partido y, en ciertas organizaciones, se encuentra en estado de abandono… Todo debilitamiento de la ideología socialista viene a reforzar la influencia de la ideología burguesa… Subsiste entre nosotros supervivencias de la ideología burguesa, de la mentalidad y de la moral del propietario. Estas supervivencias son muy vivaces, pueden crecer, desarrollarse y es por ello necesario combatirlas resueltamente. No estamos aún inmunizados contra la penetración de ideas que son extranjeras, de fuera, del lado de los Estados capitalistas, y dentro, del lado de los restos de los grupos hostiles al poder soviético. (…) El que vive de fórmulas aprendidas con el corazón y no tiene el sentido de lo nuevo es incapaz de orientarse correctamente en la coyuntura interior y exterior. (…) Ciertas organizaciones se apasionan por la economía, olvidando los problemas ideológicos… En donde la atención por la ideología se relaja, se crea un terreno propicio a la animación de vías y concepciones que nos son hostiles. Los elementos extraños, salidos de los residuos de grupos antileninistas derrotados por el Partido, buscan adueñarse de los sectores del trabajo ideológico”.

Sin embargo, aquella lucha no fue suficiente para salvar al partido y al gran país de los soviets del golpe revisionista. Los revisionistas para esa fecha ya estaban apoderados de las altas esferas del Partido y de su Comité Central, las altas esferas del aparato estatal, las altas esferas de los organismos de masas y del Ejército Rojo. La denuncia de Malenkov no encontró eco en dichas esferas corroídas y aburguesadas, ni fue capaz de movilizar a todo el pueblo para derrocar aquella nueva burguesía.

El 5 de marzo de 1953 muere el camarada Stalin, su muerte deja entrever que se realizó un complot para acelerarla y beneficiar a los revisionistas. Ludo Martens en su obra Otra mirada sobre Stalin nos relata:

“Algunos meses antes de la muerte de Stalin, todo el sistema de Seguridad que le protegía fue desmantelado. Alexandr Proskbychev, su secretario personal que le acompañaba desde 1928 con una gran eficacia, fue despedido y emplazado en residencia vigilada. Había desviado documentos secretos. El teniente coronel Nikolay Vlassik, jefe de la seguridad personal de Stalin desde hacía 25 años, fue detenido el 16 de diciembre de 1952 y murió algunas semanas más tarde en la cárcel. El mayor general Petr Kosynkin, murió ‘de una crisis cardíaca’, el 17 de febrero de 1953. Deriabin escribió: ‘El proceso de despojar a Stalin de toda su seguridad personal (fue) una operación estudiada y muy bien llevada a cabo’. Sólo Beria tenía la posibilidad de dirigir este complot. El 1° de marzo a las 23 horas, la guardia encontró a Stalin en su cuarto, tendido en tierra e inconsciente. Por teléfono, se llamó a los miembros del Buró político. Jrushev afirma que él también llegó, y después ‘cada uno regresó a su casa’ ¡Nadie llamó a un médico…! Doce horas después de este ataque, Stalin recibió los primeros cuidados. Murió el 5 de marzo”.

Tras la muerte de Stalin, los revisionistas se agruparon en torno a Beria y Jrushev, dos camarillas dispuestas a robarse las conquistas del pueblo soviético. De aquella contienda salió victorioso Jrushev y ordenó asesinar a Beria. El 24 de junio fue convocado el Presidium en el curso del cual Beria fue detenido. Bajo un signo convenido, once mariscales y generales implicados en el complot y dirigidos por Zhukov entraron en la sala y detuvieron a Beria, quien fue fusilado con sus colaboradores el 23 de diciembre de 1953. En ese mismo ambiente, las facciones revisionistas en lo que va desde 1950 a 1955, utilizaron sus cuchillos para sus arreglos de cuentas y aprovecharon la ocasión para ir eliminando a los leninistas del partido. El pequeño grupo de leninistas, llamados por los revisionistas como grupo antipartido entre quienes se destacaban Nikolái Bulganin, Viacheslav Mólotov y Lázar Kaganóvich y el propio Malenkov fueron exiliados hacia regiones apartadas de la URSS y amedrantados por haberse atrevido de destituir a Jrushev del poder.

El XX congreso del Partido se celebró entre el 14 y el 26 de febrero de 1956. Allí los revisionistas ya se sentían lo suficientemente confiados para hacer públicas sus tesis. Declararon la guerra a la Dictadura del proletariado con la máscara de la lucha contra el “culto de la personalidad” hacia el camarada Stalin. En su informe secreto en el XX congreso del Partido, Jrushev a puertas cerradas dio su informe en donde sistematiza los planes de la nueva burguesía soviética en el terreno ideológico. Inicia su “informe secreto” con una serie de calumnias, mentiras y falsificaciones en contra del camarada Stalin, defiende a capa y espada a sus antecesores oportunistas, entre ellos a los trotskistas y bujarinistas, rehabilitándolos y dándoles el carácter de víctimas del “terror stalinista”; en este punto, para los revisionistas era imprescindible lavar el cieno de personalidades como Trotsky y Bujarin de su complicidad con la Alemania fascista, de traidores del socialismo y de “putas del fascismo” al decir de Gramsci, ya que las tesis de sus antecesores eran ahora suyas para desmantelar el socialismo.
En el terreno ideológico Jrushev previene a sus compinches revisionistas para que actúen de manera paulatina y sistemática en la labor antisoviética, acá una parte de su informe, en donde da instrucciones para comenzar a cambiar los nombres de sitios históricos en la URSS:

“Pero esto debe hacerse con calma y lentamente. El C.C. discutirá este asunto y lo estudiará con cuidado para evitar errores y excesos. Recuerdo cómo Ucrania llegó a saber que se había detenido a Kossior; la radio de Kiev comenzaba sus programas de esta manera: ‘Esta es la radio de Kossior’. Cuando un día comenzaron los programas sin que se mencionara a Kossior, nadie dudó de que algo le había sucedido a Kossior y que lo probable era que se le había detenido. Así, si hoy día comenzamos a cambiar los nombres en todas partes, el pueblo va a pensar que los camaradas en cuyo honor se asignaron esos nombres, han caído en desgracia y han sido detenidos. Es nuestro deber examinar muy seriamente el problema del culto a la personalidad. No podemos permitir que este asunto salga del Partido y llegue a la prensa. Por esta razón lo estamos discutiendo aquí en una sesión secreta. No es conveniente proveer al enemigo de municiones; no debemos lavar nuestra ropa sucia ante los ojos del mundo. Creo que los delegados a este Congreso comprenderán bien el significado de lo dicho y valorarán debidamente estas sugestiones”.

Seguidamente Jrushev ordenó que se reescribiera la historia del partido con la línea revisionista, la línea de Trotsky, Bujarin y de Jrushev: “es indispensable que en un futuro cercano preparemos un texto serio de la historia de nuestro Partido y que esté de acuerdo con el objetivismo científico del marxismo. También un texto de la historia de la sociedad soviética y un libro sobre los acontecimientos de la Guerra Civil y de la Gran Guerra Patriótica”.

La intención de los revisionistas en la URSS era comenzar a desmantelar ideológicamente los baluartes del proletariado soviético y reescribir la historia de la URSS, a la par que enlodaban la gran obra de los camaradas Lenin y Stalin. En su lenguaje, los revisionistas se disfrazaban de marxistas, recordaban los logros y aciertos del socialismo como si fueran suyos mientras que sus errores los hacían recaer sobre Stalin, o los errores del pasado o del culto de la personalidad.

Jrushev también fue el artífice de la tesis revisionista sobre la “Coexistencia Pacífica”, o como lo establecieron los comunistas Chinos “las tres pacíficas y los dos todos”. En materia internacional incentivó a los partidos revisionistas a nivel mundial para que cambiaran la lucha revolucionaria del proletariado por la lucha parlamentaria; es decir, “aprovechar el camino parlamentario para la transición al socialismo”, la vieja fórmula Bernsteiniana. Con la coexistencia pacífica los revisionistas golpearon al campo socialista y lo desmantelaron dando aliento y un suspiro a los imperialistas norteamericanos.

Con las “tres pacíficas” (transición pacífica, emulación pacífica y coexistencia pacífica) los revisionistas en la URSS destruyeron el socialismo en el campo y las ciudades. La agricultura soviética en tiempos de Lenin y Stalin fue temida por los imperialistas occidentales, pero bajo Jrushev la URSS se vio obligada a importar trigo de los Estados Unidos, salvando con ello de una profunda crisis a la cual se veían empujados los imperialistas. En las ciudades comenzó a generarse el desempleo y los despidos en las fábricas, después de que en el socialismo de Lenin y Stalin no existió ninguna persona desempleada.

Con los “dos todos”, Partido de todo el pueblo y Estado de todo el pueblo, los revisionistas desvirtuaron al partido leninista de Lenin y Stalin, destruyendo la dictadura del proletariado, degenerando al socialismo en un capitalismo monopolista de Estado que colapsaría en 1991, en donde se quitaron la fachada y las insignias rojas por su verdadera esencia imperialista y mafiosa. Aquellas medidas generaron resistencia y la denuncia en su tiempo, tanto al interior de la URSS como al exterior.

Por ejemplo, al interior de la URSS se generó un fuerte rechazo al informe secreto de Jrushev, en Georgia ciudad natal de Stalin, los revisionistas tuvieron que usar el ejército para contener la furia popular que se tomó las calles. Ocurrieron otra serie de hechos importante en los años 60 que vale la pena reseñar para demostrar la lucha de los comunistas contra los revisionistas en la URSS:

El primer hecho fue en marzo de 1962, cuando un obrero de 40 años llamado Kulakov, miembro del Partido Comunista soviético que trabajaba en la construcción de la planta hidroeléctrica de Bratsk, en la región de Irkutsk, envió una carta a Jruschev. En la carta, el proletariado no se anduvo con rodeos y denuncio a los revisionistas: “La gran masa de los pueblos soviéticos cree que Usted es un enemigo del Partido de Lenin y Stalin. En una palabra, que no ha dejado Usted de ser un auténtico trotskista… V. I. Lenin soñó con hacer de China un amigo del pueblo soviético y este sueño lo hizo realidad el camarada Stalin; pero Usted ha destruido esta amistad. Mao se opone a la deshonra que Usted ha infligido al Partido de Lenin y Stalin. Lenin y Stalin lucharon audazmente contra los enemigos de la revolución y vencieron en guerra abierta sin temor a caer presos. Es Usted un cobarde y un agente provocador. Cuando el camarada Stalin vivía Usted le besaba el culo; ahora le pone a caer de un burro…” Por esta carta el obrero Kulakov fue condenado a un año de prisión, acusado de “propaganda antisoviética”.

No faltaron declaraciones similares, algunas de ellas públicas. En Kiev, el 18 de marzo de 1962, durante las elecciones al Soviet Supremo de la URSS, un presidente de koljós de 45 años llamado Boris Loskutov y un miembro del Partido Comunista soviético distribuyeron panfletos con el texto: “¡Viva el Partido Leninista sin el charlatán y traidor Kruschev! La política de este loco nos ha llevado a la pérdida de China, Albania y de millones de nuestros antiguos amigos. El país está en un callejón sin salida. ¡Cerremos filas! ¡Salvemos el país!”. El presidente del koljós fue arrestado y más tarde condenado a cuatro años de prisión.

En la noche del 18 de junio de 1963 en la ciudad de Mena, en la región de Chernigovskaya en Ucrania, un artista de 27 años del teatro de la ciudad, Ivan Panasetsky, colgó una serie de carteles hechos por él mismo con las consignas “¡La anarquía kruschevista mató la verdad durante el mandato de Stalin para aferrarse al poder!” [¿?] “¡Abajo la anarquía kruschevista! ¡Viva el Partido Comunista chino! ¡Viva Mao Tse Tung, líder de los trabajadores del mundo entero!”.

Otro hecho importante ocurrió en la noche del 3 al 4 de agosto de 1963 en la ciudad de Batumi en Georgia, donde el joven Stalin inició sus actividades prácticas como revolucionario, tres ciudadanos de la Unión Soviética —G. Svanidze, de 28 años, su esposa… Kizilova y su camarada de 23 V. Miminoshvili (todos ellos miembros del Komsomol) — pegaron hojas sueltas en que llamaban a derrocar a Jruschev y a defender la memoria de Stalin. En el texto los jóvenes miembros del Komsomol escribieron: “¡Nuestro líder es Mao Tse Tung!” y “¡La URSS necesita a Mao Tse Tung!”.

El 1 de junio de 1964, en la ciudad de Donetsk, un minero de 37 años, Vasili Poluban, pegó hojas sueltas en la ciudad con el siguiente llamamiento: “¡Apoyemos los lazos con la Democracia Popular China que lucha por la paz y la democracia mundiales! ¡Lenin! ¡Stalin! ¡Kruschev, lárgate de aquí!”; “¡Lenin y Stalin vivirán por siempre! ¡Abajo con la dictadura de Kruschev que contamina las mentes de la clase obrera!”; “¡El partido de Lenin y Stalin nos conducirá a la victoria, a la unidad comunista! ¡Abajo con N. S. Kruschev! ¡Vivan nuestros amigos chinos!”

El 13 de febrero de 1967, en la ciudad de Komsomolsk, a orillas del Amur, cerca de Moscú, un miembro del Komsomol de 20 años, ingeniero del club de vela de la ciudad, V. Ermokhin, un miembro del Komsomol de 21 años y estudiante del Instituto Médico, M. Chirkov, y un comunista de 30, buzo profesional, P. Korogodsky, pegaron hojas sueltas en las que se decía: “¡Mao Tse Tung es un sol rojo en nuestros corazones! ¡Proletarios comunistas, luchad contra esta banda de revisionistas modernos, sucesores de Kruschev!” Casi al mismo tiempo, el 16 de febrero de 1967, en el otro extremo de la URSS, en la ucraniana Donetsk, un minero de 35 años, P. Melnikov, colgó en una cartelera algunos panfletos escritos de su propia mano alabando a Mao Tse Tung y llamando al derrocamiento de Brezhnev.

De enero a marzo de 1967 un estudiante de 21 años de la escuela de aviación A. Makovsky distribuyó panfletos en Moscú en numerosas ocasiones. Panfletos en los que, según los investigadores de la Oficina del Fiscal General de la Unión Soviética, “se propagaban las ideas de Mao Tse Tung”. Parte de los panfletos fueron lanzados en la Plaza Roja, cerca del Kremlin.

No era gratuito que los auténticos revolucionarios en la URSS durante el mandato de los revisionistas vieran en Mao Tse-tung y China un faro ideológico y la esperanza de la causa socialista. A la par de la lucha revisionista por destronar el socialismo en la URSS, en el exterior se generó una lucha por defender el marxismo de la arremetida oportunista. Primero Albania quien fuera un país socialista y luego China denunciaron a los revisionistas soviéticos, con la diferencia de que los comunistas albaneses fueron incapaces de comprender las causas de la derrota del proletariado ruso, mientras que el Partido Comunista de China comprendió sus causas y alumbró la lucha ideológica y política del Movimiento Comunista Intencional.

“Sobre mi tumba volcarán toneladas de basura: el viento de la Historia las borrará inexorablemente”, Stalin. Los revisionistas soviéticos ordenaron incinerar el cuerpo de Stalin y éste fue removido de su mausoleo en su intento por borrarlo de la historia, ésta es la tumba de Stalin en la actualidad, mientras crece la miseria del pueblo ruso, más crece en las estadísticas la popularidad de Stalin y del socialismo.




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