LAS FALSAS ILUSIONES EN LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES Y EL CARÁCTER DEL ESTADO


Muchas personas todavía creen en el carácter neutral del Estado, en que es posible conseguir mejoras notables y radicales mediante éste; que el presidente “elegido” es el que le infunde el carácter al mismo, pero se equivocan. El Estado tiene un carácter de clase. ¿Pero qué quiere decir esto? Que sirve a los intereses de una clase u otra. Me explico. En el capitalismo, en el sistema económico en el cual “vive” absolutamente toda la tierra, es un sistema que se basa en la explotación del hombre por el hombre, en la propiedad privada sobre los medios de producción, es decir, que priman unos intereses individuales, de una ínfima minoría poseedora de medios de producción, a los que la mayoría de la población trabajadora, por no tener medios de producción, se ve forzada a venderse a sí misma para poder sobrevivir en está podrida sociedad.

En palabras de Engels: “La única diferencia franca en comparación con la antigua esclavitud es que el trabajador de hoy parece ser libre porque no se vende de una vez por todas sino poco a poco, por día, semana y año, y porque ningún amo de esclavos lo vende a otro, sino que el propio trabajador se ve obligado a venderse a sí mismo, siendo el esclavo no de una persona en particular sino de toda la clase de retención(¿?) de propiedad.”


Entonces, los intereses de la burguesía, son el de acumular la máxima cantidad de ganancia posible a toda costa. Por esto los salarios tan miserables, la tercerización laboral, la explotación de zonas naturales y contaminación de los ríos, nada importa, solo importa la ganancia. Por eso mismo no importa si hay que venderles el páramo de Santurbán a los árabes, y que lo destruyan, mientras se saque ganancia. Y así, infinidad de ejemplos de un sistema basado en la explotación y acumulación indiscriminada de capital.

Una vez con esto claro, que el Estado tiene un carácter de clase y que por ende sirve a los intereses una clase u otra, y que el interés de la burguesía es el de acumular riquezas manchada con sangre de trabajadores, se sabe que la persona que llegue no va a servir a los intereses del pueblo, a los intereses de la clase trabajadora, aunque eso prometa, sino todo lo contrario: va a servir a los intereses de los dueños del Estado, es decir, va a ser un sirviente de la burguesía, y del capitalismo. Se va a limitar a ejecutar la dictadura de la burguesía sobre el pueblo.

En palabras de Lenin: “Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase.” (Tres fuentes y tres partes integrantes del Marxismo).

Es decir, que así gané Iván Duque, Vargas Lleras o Gustavo Petro o el politiquero que elijan los capitalistas, así estos prometan el cielo, la luna y las estrellas, poco o nada podrán hacer. Sí es cierto que hay unos politíqueros dispuestos a dar más migajas que otros, y que son menos corruptos, pero ninguno de ellos está en contra de la explotación del hombre por el hombre y de este sistema capitalista raíz de todos los males que atormentan a la humanidad.

Aquí no se trata de escoger el mal menor y participar en las elecciones corruptas burguesas, donde inclusive la compra de votos mediante dinero, mercado, o materiales, es más que evidente. De lo que se trata es de acabar con la explotación, de dejar de ser sometidos por este sistema y construir uno nuevo. Un sistema donde el que lo produce todo, es decir el trabajador, sea el que lo controle todo. Y ese nuevo sistema se llama el SOCIALISMO CIENTÍFICO.

Porque, como dijera Marx: “No se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva.” (Mensaje a la Liga de los Comunistas, 1850).

Jerónimo

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