Transformar la Abstención Electoral del Pueblo en Acción Revolucionaria



Como sucede en cada nueva farsa electoral, los oportunistas arremeten contra los revolucionarios citando a Lenin y su conocido trabajo “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”, tratando de justificar su cretinismo. Esta es una vieja discusión en la que los electoreros defienden su “inteligente” táctica ante la supuesta “falta de condiciones” para otras formas de lucha más radicales; una táctica que siempre los ha llevado a marchar a la cola de los centenarios enemigos del pueblo. Nada más ver tan vergonzosa actuación durante décadas de los mamertos del falso partido comunista y del MOIR cuyo flamante congresista Robledo ahora se amangualó con el candidato del criminal Grupo Empresarial Antioqueño, Sergio Fajardo; o de los trotskistas arrastrándose tras la tendencia de la intelectualidad demócrata pequeñoburguesa por el voto en blanco.

Los oportunistas electoreros se niegan a admitir que su “inteligente” táctica sirve a los capitalistas para legitimar su sangrienta dictadura y en la práctica se oponen a la necesidad de destruir el viejo Estado, única orientación correcta, incluso cuando se hace necesaria la participación en el parlamento, donde el papel de los revolucionarios es contribuir a destruirlo desde adentro y no apuntalarlo para prolongar su existencia parasitaria.

Pero hay más, el fenómeno de la abstención electoral, que ya no es solamente una tendencia en Colombia sino general en el mundo, es despreciada por los “sabihondos genios” de la politiquería oportunista quienes se niegan a sacar conclusiones revolucionarias de los hechos y persisten en las viejas y trilladas fórmulas, inútiles para elevar la conciencia política de los obreros, endosándoles a las masas que no votan, sus propios errores de cretinismo.


Hasta los analistas burgueses admiten la abstención electoral como un fenómeno que se observa en muchas partes del mundo, incluidos países imperialistas como Estados Unidos, donde el índice de abstención sobrepasa el 40%; pero no solo allí, también en Europa, donde en las elecciones celebradas en el 2017 la abstención alcanzó en Alemania el 25.4%, en Francia el 22.23% y en Austria el 20,6%. En América Latina las cifras alarman a los analistas pues a pesar de que existe el voto obligatorio con sanción en países como Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Honduras, Paraguay, Perú y Uruguay, o el voto como deber pero sin sanción como en Colombia, Costa Rica, México, El Salvador, Guatemala y Panamá la abstención electoral alcanza índices elevados que van entre el 37% (México) y el 19% (Ecuador). Sin embargo en Colombia es donde la abstención es mayor según el estudio Abstencionismo electoral en Colombia una aproximación a sus causas, comisionado por la Registraduría a la Universidad Sergio Arboleda en 2013; hecho ratificado en el último referendo donde la abstención nacional fue superior al 62.6%, alcanzando en La Guajira más del 80% y en Atlántico y Bolívar el 76%. La conclusión general de los analistas burgueses más inteligentes frente al fenómeno de la abstención es que ésta obedece, en sus propias palabras, a la pérdida de credibilidad y confianza en las instituciones y los gobernantes electos, al escepticismo sobre la transparencia de los comicios, y el abstencionismo como forma de participación democrática.

Pues bien, esa realidad que reconocen los intelectuales burgueses se niegan a admitirla los “intelectuales” oportunistas, con el agravante de que la permanente abstención electoral mayoritaria del pueblo colombiano, tiene sus propias causas y su historia como se dijo en un editorial pasado, y viene desde principios del siglo pasado, cuando los propios partidos de las clases dominantes (Liberal y Conservador) le enseñaron al pueblo a empuñar la abstención electoral en varias ocasiones como forma de rechazar el evidente fraude; otro tanto hicieron estos mismos partidos durante el Frente Nacional cuando se alternaron la presidencia durante 4 períodos y se repartieron equitativamente los puestos en el Estado, enseñando al pueblo quiénes deciden realmente y por qué las elecciones son una farsa. Los únicos que no se han dado cuenta de ello son los cretinos parlamentarios y electoreros, quienes tienen la desvergüenza de llamar al pueblo apático e ignorante.

Cretinos e ignorantes aquellos que evitan mirar la Asamblea Popular realizada en Taganga, Santa Marta, donde las masas, en vísperas de los comicios anteriores para alcaldía decidieron unánimemente ¡NO VOTAR! porque todos los candidatos eran demagogos corruptos. Cretinos miopes y torpes quienes no alcanzan a vislumbrar en la actitud de los jóvenes que hoy en Cartagena rompen vallas y carteles de todos los candidatos y pintan sobre ellos sus mensajes rechazando la podredumbre estatal y sus politiqueros, el germen de la conciencia que los revolucionarios deben transformar en lucha consciente y movilización revolucionaria para eliminar esa podredumbre, solo posible destruyendo el Estado burgués.

Como lo admiten los mismos analistas burgueses, la abstención electoral en Colombia es una actitud política frente a la democracia burguesa y sus sacrosantas elecciones; es una actitud política de rechazo a la politiquería y de desconfianza en la máquina de dominación de los explotadores; no es el abstencionismo político que proclaman y defienden los anarquistas, quienes niegan la necesidad de la actuación política y la lucha política por el poder del Estado, así como la necesidad del nuevo Estado de Dictadura del Proletariado para abolir la propiedad privada y las clases sociales.

El deber de los comunistas y revolucionarios no es convencer al pueblo de las “bondades” de la democracia burguesa como lo hacen los oportunistas, ni decir simplemente que las elecciones son una farsa, porque esto ya lo sabe por experiencia propia y por eso no vota. Su deber es combatir el cretinismo parlamentario de los oportunistas y transformar la abstención pasiva mayoritaria del pueblo, no llamando simplemente a ¡NO VOTAR! como correctamente lo han hecho hasta ahora los revolucionarios, sino participando activamente en contra de la farsa electoral, no para sumarse a la politiquería burguesa, sino para elevar la conciencia política del pueblo y transformar su actitud todavía espontánea y semiconsciente, en lucha consciente.

Corresponde entonces al proletariado y a la intelectualidad revolucionaria, como se dijo también en anterior editorial, desarrollar “una enérgica Campaña Política Anti electoral [que] contribuya a elevar la conciencia política de las masas frente al Estado burgués y a la necesidad de destruirlo para reemplazarlo por un nuevo Estado de obreros y campesinos, a la vez que contribuya a unir y generalizar la lucha revolucionaria de las masas en la perspectiva de una gran Huelga Política de Masas en todo el país que, mediante el paro nacional indefinido y el combate en las calles, arranque a los enemigos las reivindicaciones inmediatas más sentidas del pueblo”.

No se trata de la “abstención activa” de oponer a la farsa electoral burguesa la “democracia directa y el autogobierno” de los anarquistas bajo el Estado burgués, sino de elevar la conciencia de las masas y potenciar su movilización revolucionaria para conquistar sus reivindicaciones inmediatas enfrentando al Estado como representante de los explotadores y prepararlas para trasformar su repudio a la politiquería y su desconfianza en el Estado, en BOICOT a la farsa electoral; es decir, aún no hay condiciones para el boicot pero hay que crearlas mediante la actividad consciente de los revolucionarios entre las masas. Esta es la forma correcta de responder a las actuales exigencias de la lucha de la clase obrera y el pueblo colombiano para conquistar la fuerza que les permita en el futuro boicotear las elecciones y disolver el parlamento burgués y sus demás instituciones reaccionarias.

Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Febrero 26 de 2018

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