El Polo Democrático Alternativo está atravesando una de sus más
fuertes crisis internas, como producto de los intereses opuestos que
dividen a dos corrientes que se mueven en su interior. De un lado se
encuentra Jorge Enrique Robledo del MOIR, el grupo Poder y Unidad
Popular (ligado al Congreso de los Pueblos) y Jaime Dussán; y del otro,
lo que llaman el “Polo paz” en el que se encuentran el “Polo Social”
(grupo de la ministra Clara López), “Vamos por los derechos” (del
senador Iván Cepeda y el representante Alirio Uribe) y “Fuerza Común”
(del senador Senén Niño).
La división en el seno de dicho partido, se debe a cálculos
electoreros que hacen unos y otros para las próximas elecciones del
2018. Los de la primera corriente encabezados por Robledo, proponen una
tal política del NINI: Ni Santos, Ni Uribe. Y los de la segunda,
proponen un “gobierno de transición” que consiste en no sacar un
candidato propio, sino apoyar una coalición que defienda el acuerdo de
paz firmado en La Habana entre el gobierno de Santos y las Farc.
El Polo es un partido politiquero demócrata burgués, que agrupa sin
ningún tipo de principio ideológico a los jefes y representantes
socialdemócratas, liberales y revisionistas de toda calaña. Muestra de
eso es que el exvicepresidente del partido Julio Cesar Mancera, en medio
de la crisis no vio ningún problema en renunciar al Polo y afiliarse al
Partido Cambio Radical que dirige el “casca escoltas” Germán Vargas
Lleras. El Polo es un partido reformista que hace parte de la rancia
democracia de los ricos, y que no se plantea destruir el capitalismo en
Colombia, ni tampoco acabar con la brutal dictadura de clase que la
burguesía y los terratenientes ejecutan contra las masas obreras y
campesinas. Por eso los obreros no deben hacerse falsas expectativas con
dicha organización, pues las máximas aspiraciones del Polo politiquero y
sin alternativa, son triunfar vía electoral en la democracia de los
ricos (que es dictadura contra el pueblo) y hacer unos cuantos cambios
que maquillen la superexplotación asalariada y la tenaz opresión
–violenta en muchos casos- a las que son sometidas las masas diariamente
bajo el yugo del capital.
Hoy la corriente que lidera Robledo posa de muy “radical” y trata de
ofender a los de Cepeda, diciéndoles “Santistas”, ocultando a propósito
que el Polo en su conjunto apoyó la reelección de Santos en las pasadas
elecciones para presidencia, incluyendo al ala revisionista que hoy posa
de “radical”. Los que hablan desde el Polo a nombre de los obreros con
fraseología marxista, están marcados con el sello de sus actos, el
pueblo no olvida que dicha oposición oficial apoyó en su momento al
candidato de los “falsos positivos” que es el mismo de la lesiva reforma
tributaria, como lo están haciendo abierta y descaradamente la facción
encabezada por Iván Cepeda. Aunque se quieran hacer los “radicales” o
“fieles” a los principios usando fraseología revolucionaria, tarde que
temprano las masas aprenderán a identificarlos como representantes de la
burguesía en el seno de las organizaciones obreras y serán
desenmascarados cada vez que quieran engañarlas hablando a nombre del
pueblo, pero representando los intereses de la burguesía, los
terratenientes y los imperialistas: burgueses con disfraz de obrero.
Todas estas triquiñuelas y cálculos electoreros, han llevado a que
las masas desconfíen en general de la política. Sin embargo, una cosa es
la politiquería de los partidos que como el Polo participan dentro de
la democracia burguesa para hacer parte de la dictadura de los dueños
del capital y codearse con ellos en los acolchonados y cómodos sillones
del poder político mientras tratan de maquillar la dictadura de los
ricos; y otra muy diferente es la política revolucionaria, que se empeña
en que cada vez más millones de obreros y campesinos se interesen más
en los asuntos políticos y económicos del Estado, pero no para
reformarlo con pequeñas mejoras como último fin y por vías pacíficas,
sino para desenmascarar el Estado de las clases enemigas del
proletariado, que ejecutan su dictadura de clase en contra de las masas
del campo y la ciudad, y que debe ser destruido por medio de la
violencia revolucionaria de las masas, dirigidas por el Partido político
del proletariado que no se enfrascará en luchas por la carroña
electorera, sino que centrará esfuerzos en lograr la unidad,
organización y lucha de las masas por destruir el actual Estado de
dictadura de los ricos.
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